La identidad irónica

El 3 de febrero de 1794 nos cuenta Nicholas Mirzoeff, profesor de arte y estudios comparativos en la Universidad Estatal de Nueva York- un grupo de delegados haitianos ganó la votación sobre la abolición de la esclavitud celebrada en la Convención, el nuevo parlamento de la Francia Revolucionaria. Uno de ellos era Jean-Baptiste Belley, liberto nacido en África Occidental. En 1797 continúa Mirzoeff- Anne-Louis Girodet pintó un retrato de Belley que es una evocación elocuente de las tensiones del periodo expresadas en el cuerpo de una persona:
Belley, con el uniforme de miembro de la Convención, está de pie delante de un paisaje tropical. Su rostro aparece en tres cuartos, posición empleada tradicionalmente para retratar a nobles y monarcas y su cuerpo se apoya en un busto del abate Raynal, que había exhortado a la abolición de la esclavitud. La blancura del mármol del busto y su alta frente clásica contrastan con la piel oscura y la frente marcadamente oblicua de Belley. En esa época, el ángulo craneano, como se le llamaba, era considerado un signo de escasa inteligencia. ¿Cómo debe entenderse este retrato? El solo hecho de que un africano fuese pintado en un estilo real por un artista europeo constituye un cambio extraordinario, pero diversas señales colocadas en el cuerpo por el pintor tratan de destacar una nueva forma de superioridad: la raza.
El triunfo del movimiento abolicionista trajo consigo, como reacción o efecto contrario, una nueva necesidad de diferenciación de los cuerpos humanos. En opinión de Mirzoeff, si en el régimen de esclavitud no todas las personas gozaban de la misma condición jurídica, ahora, la ciencia y el arte, conjuntamente, iban a sentar las bases para los nuevos criterios de clasificación de los seres humanos.
En Francia, mientras tanto, el rococó daba paso al austero estilo neoclásico, y con el triunfo de la Revolución Francesa, en 1789, desaparecía por completo. Antes de su defunción, no obstante, mientras los barcos negreros partían de los puertos de Nantes o Marsella desembarcando y embarcando africanos, y la trata de seres humanos continuaba en el Atlántico, la aristocracia se reafirmaba en una moda cortesana que reflejaba ese mundo frívolo y refinado de la corte francesa. Los temas preferidos del llamado estilo galante (fiestas galantes y campestres, damas, rigodones, minués y aventuras amorosas y cortesanas) ilustraron ese espíritu mundano, íntimo y delicado, de una sociedad que ansiaba la libertad, el buen gusto y el placer, ajena a los problemas sociales y sólo concentrada en su descanso y deleite. El trabajo sucio, es de suponer, lo realizaban otras manos anónimas. La conversación, como sugiere Yinka Shonibare podía ser galante, pero no faltaba en ella cierto destello criminal.
Si bien el colonialismo posibilitó un tipo de relación especial desde el que colonizadores y colonizados elaboraron sus propias identidades, las interrelaciones entre sus dos culturas ("nuestra misión es gobernarlos que dijo Arthur James Balfour-, tanto si nos lo agradecen como si no"), es el colonizado, en este caso, el que se asoma al legado histórico de la esclavitud y de la era post-colonial, y lo hace con la ironía y el sarcasmo como herramientas subversivas. El tejido de la imaginería africana, presente en todas sus obras, es el espejo donde se refleja la imposibilidad de las convenciones que forman las identidades culturales. Porque, en el viaje de ida y vuelta, y aunque a primera vista todas las telas nos parezcan africanas, la identidad colorista que representa a los nigerianos resulta en realidad una técnica elaborada en Asia por holandeses y británicos del siglo XVIII, impulsada desde los grandes núcleos industriales del norte de Inglaterra, y devuelta de nuevo a los grandes templos del arte contemporáneo por un artista anglo-nigeriano. Tanto en el grupo sideral que disfruta de sus vacaciones, como en las estancias recargadas de la aristocracia europea que Yinka representa a su antojo, o en las instalaciones agresivas donde los jóvenes ingleses se inician en los juegos sexuales en un viaje alejado de la moral victoriana, es el tejido, los materiales textiles importados del sudeste asiático, el punto de unión de una idea no por repetida menos sugerente: la identidad, parece decirnos Shonibare, resulta del todo imposible; o, al menos, si se la mira de cerca, resulta tan sólo divertida. Si en 1797 Anne-Louis Girodet pintaba el retrato de Jean-Baptiste Belley conforme al canon estético de la época, ahora Yinka Shonibare nos recuerda la figura del potentado británico del siglo XIX desde su propia visión irónica: el caballero, el Dandy Victoriano, es un negro, como Belley o el propio Yinka, es decir, un cruce de identidades y tradiciones representado desde una óptica perversa; con ello, acertamos a entender, el circulo se cierra. Si la identidad castiza de un madrileño (la identidad musical al menos) no es más que el cruce adoptivo entre una danza escocesa y una fruta de la China (o en su versión estética: de cierto mantón de Manila), nada se puede añadir a todo lo dicho hasta ahora. La mujer, bella y sensual, que seduce y participa en las aventuras prohibidas, pierde con Shonibare su cabeza aristocrática y su zapato de frivolidad infinita. Jean-Honoré Fragonard apenas si protesta, porque no es el momento; pero, además, la cosa no deja de tener su gracia. La identidad, en manos de políticos compulsivos y de artistas terroríficos, no es más que un arma letal que, tarde o temprano, se torna arrojadiza. En Yinka Shonibare, sin embargo, en el ir y venir de los caminos encontrados, en el cruce extraordinario entre la risa y el sarcasmo, es el pretexto feliz para una aventura mestiza.
8 comentarios
Lau -
(¡Jope, itn!)
Ya decía yo que más temprano que tarde se acabaría descubriendo el pastel...
:))
itn -
ÍSLENSKA
deili
ENSKA
identity
Svið
samkeppni
Dæmi
Framkvæmdastjórnin skal tilkynna lögbærum yfirvöldum í aðildarríki því þar sem rannsókn á að fara fram, skriflega og með góðum fyrirvara, um áformaða rannsókn og deili á fulltrúum þeim sem hana annast.
Rit
Stjtíð. EB L 395 (389R4064), 30. 12. 1989, 9
Orðflokkur
no.
Kyn
hk.
Enrique -
Laura: ¿quizá planeas un viaje a España? Bueno, ya me contarás...
Un abrazo a todos.
Lau -
Pero y por otra parte, lo que más ganas de llorar da es pensar que aún con todo el camino que hemos recorrido como especie, sigamos necesitando tal cosa como uno o varios criterios para clasificar al hombre en vez de aceptarlo sin limitaciones, en su profunda vastedad.
Y ya, que no es que no sepa que son funcionales y de algún sitio debes sostenerte para el estudio, eh.
Lo digo más bien en un sentido filosófico, y vieras cómo me duele constatar que la labor de señalización y demarcación sigue a la orden del día y con el dedo en alto apuntándonos a todos, en su perpetua misión tan tristemente emparentada con la segregación.
(Pero ale, que me puse triste, y no era el plan. Que está muy bonito todo lo que me has hecho descubrir, de veras, eh. Qué lindo leerte, qué tremendo y fabuloso portal te has abierto aquí. Eso es lo más importante de todo lo que he dicho, así que lo repito para que quede de cierre y ya :))
Lau -
Frontera invisible como presupuesto de lo que se encierra en el concepto de identidad es algo que bien merece ser tenido en cuenta a la hora de plantearse el alcance del término, yo creo.
Y creo que en estas obras bien se ve la manifestación de esto. Yo le noto a esas instalaciones unos 'matisses' fabulosos, por caso (sí, ya, yo y mis juegos de palabras, si es que cuando se me da por hacerme la viva no hay quien me gane, eh... ea :P).
Lau -
Mira, luego de la única vez en la vida que he pisado Londres, lo único que he lamentado realmente y no sabes cuánto, fue no haberme hecho el tiempo (eran pocos días, y de verdad no podía) de ir a la Tate a verlo. Pero no sabes cuánto ni a qué nivel, de veras, eh.
Aquí, en el museo de arte latinoamericano, alguien (que no recuerdo quién es, a decir verdad, y tal vez poco importe), ha montado una instalación con ese mismo cuadro sumergido en agua y un efecto en que se van perdiendo los colores, como si chorreara tinta. Es una bonita idea, aunque la reproducción es tan mala que se malogra mucho el efecto final, a mi juicio por lo menos.
Lau -
(Y todo culpa de Otis, como siempre, caramba, eh ;))
La primera es que no sabes cómo he disfrutado tus últimos posts, hombre. Son de lo mejor, pero y por lejos, que llevo leído en red en estos tiempos. Si no fuera que ahora no tengo nada de tiempo, te pondría un mail para agradecértelos, de veras.
(Bueno, ya será, me digo, y si no hasta quizás te encuentre y todo para charlar sobre eso u otras cosas, mira, que luego si me hago un rato te escribo y te cuento bien de qué hablo, pero eso fuera de este sitio, claro.)
Cayetano -